Un tema un tanto oscuro para esta semana, y para reanudar los posts del blog. Pero es algo que me quedé pensando desde hace unas semanas. Para ser honesta, y un tanto personal, hace un mes falleció mi tia, la hermana de mi papá. Este fue el evento que vino a mover un poco mi rutina de posts y de videos. Obviamente, considerando la situación, decidí poner todo en pausa para poder estar presente con mi familia y mi papá. Sin embargo, aunque ahora ya estén más calmadas las aguas, viendo las secuelas de lo que han tenido que pasar mis primos con respecto a la casa de mi tia y sus posesiones, no pude evitar pensar:
¿Cuál es el punto de acumular y acumular si al final… no nos llevamos nada?
Así es. Tristemente, por más emocionados que estemos por tener ciertas cosas como un celular nuevo, ropa, cualquier cosa… al final, si logran aguantar la prueba del tiempo, terminarán en un closet o guardados en algun lado de la casa. Dado el caso que no se depure, esperando el día a ser sacados de la casa y dar valor otra vez a alguien nuevo.
Ahora cambio la pregunta a:
¿Cuál es el punto de acumular y acumular para solo guardarlo y no usarlo?
Dejemos a un lado el caso de mi tia. En general, con varios familiares que lamentablemente han fallecido, no puedo evitar notar el patrón de las cosas que compraron que se quedaron con etiquetas y nunca fueron usados. No solo en ropa, esto va hasta a cosas de otras categorías como utensilios para el hogar, cocina y así. No puedo evitar preguntarme, qué los llevaba a hacer esas compras. Qué los emocionaba por tenerlas para solo después guardarlas y olvidarse de ellas…. y lo más importante:
Para nosotros que todavía estamos aquí, ¿por qué nos aferramos tanto a los objetos que ellos nos dejaron?
Me hace pensar mucho en el valor que le damos a cualquier posesión material. Más que tener un objeto que sea útil, le agregamos un sentimiento, le agregamos un recuerdo. Por lo tanto, nos hace más difícil el poder depurarlo. Sentimos como si estuvieramos depurando a la misma persona que lo representa. Cuando en realidad no es así. Por más difícil que parezca reconocerlo en ciertos momentos, mi tia (en este caso) no está en la ropa que dejó, en los muebles que dejó, la decoración o sus joyas. Los recuerdos que dejó mi tía se quedan en mi corazón. Eso nadie lo podrá depurar nunca.
Sé muy bien que este tema puede llegar a ser sensible para unos, y está bien. No digo que esté mal guardar ciertas cosas. Por ejemplo, yo tengo guardado un pequeño diccionario que me regaló mi abuelita cuando era pequeña. Tengo un cassette con un dibujo de mi abuelito. Son pequeñas cosas que atesoro mucho, pero sé que al final las guardo por cómo me hacen sentir. Si nos ponemos a hablar de objetos con sentimientos, y nos vamos a otro ejemplo más cercano, cuando perdimos a nuestra primera hija yo tuve que depurar mucha ropa porque ya no me sentía bien en ella y los recuerdos que me traía.
En fin, yo pienso que en general, le ponemos demasiados sentimientos a las cosas y por eso somos adictos a acumular y a comprar. Más que una prenda de ropa, una pulsera o un martillo es lo que representa. Desde representar un momento tierno entre mama e hija, celebrar un aniversario hasta representar “status” e incluso superioridad. Todos compramos para tener algo que anhelamos, algo que “nos hace falta”, esperando que sea la última vez que “necesitemos” algo y poder sentirnos “completos”.
Pero como diría Tyler Durden:
“May I never be complete. May I never be content. May I never be perfect.”
Incluso yo he sido culpable de esto de vez en cuando. Pero siempre regreso a esta cita del libro de Fight Club. Solo espero poder haber transmitido bien mi punto. Al final, ¿no sería mejor simplemente dedicarnos a acumular experiencias?
Así es! Si dejamos objetos al morir le echamos la carga de deshecharlos a otra personas. Creo que eso es injusto. Hay un libro que va sobre eso, el arte sueco de ordenar antes de morir, creo que así se llama. Me encantaría leerlo. No somos lo que acumulamos, somos lo que experimentamos. Abrazos.