Como hablé hace ya mucho tiempo en uno de mis videos, el quitarse la etiqueta de ser “zero waste” o “cero basura” es liberador. Aun así, sigo refiriendo a ese término y movimiento para poder categorizar lo que hablo y para que puedan encontrarlo.
Hoy quiero hablar sobre algo que vi hace poco en Youtube, un video de una youtuber muy conocida hablando sobre qué le pasó al movimiento zero waste y por qué de repente ya no es tan popular como antes. Estos fueron sus argumento principales:
- Hoy en día hay más productos ecológicos disponibles en supermercados y tiendas populares. Por lo tanto, hay más personas que piensan que con solo comprar dichos productos ya están haciendo “algo”.
- Hay más personas que se “justifican” o se han “acomodado” con solo hacer el mínimo esfuerzo. Como por ejemplo, solo llevar pajillas reutilizables y ya.
- Varios influencers han dicho que ya no se describen como “zero waste” o se refieren más a tener un estilo de vida más imperfecto.
Debo decir que en el momento, cuando escuché todos sus argumentos y sus razones por las que sigue siendo “zero waste” me dieron ganas de contestar muchas cosas. Pero al final, decidí mejor dejar mis pensamientos cocinando un poco más de tiempo en mi cabeza. Mi propósito no es pelear, pero si contestar de alguna forma que quede grabado tanto en el blog como en mi podcast y youtube.
Ser “zero waste” es imposible, y admito que nunca me gustó el “estándar” que dejaron Lauren Singer y Bea Johnson al empezar todo este movimiento. Creo que muchas personas se enfocan solamente en la parte superficial, de la generación de basura, y no pasan a investigar más sobre el problema real: el consumismo. Entre más productos nuevos consumimos, más se gastan los recursos de la tierra para poder producirlos. Así de simple. El impacto empieza desde el momento que se crea un producto, no desde que se compra. Si nos enfocamos desde el momento que llega a nuestras manos, nos estamos enfocando prácticamente en la última parte de su tiempo de vida. La mejor solución para evitar esto es comprar de segunda mano. Darle una nueva vida a lo que ya existe.
Después de tomar en cuenta lo anterior, lo más importante que quiero compartir son los efectos en la salud mental. La constante comparación, toma de decisiones, cambio de hábitos, y el cuestionarse a uno mismo si se está haciendo suficiente… eso es lo que de verdad pesa, y hace que le afecte más a unos que a otros. Incluso, me atrevo a decir que este puede ser parte del argumento más grande en contra de querer ser “zero waste” y de convencernos en rendirnos. No quiero ser trágica en esta parte, el mejor consejo y solución que puedo dar aquí es en decidir lo que es posible hacer para nosotros. Poner una línea de hasta donde podemos llegar, aceptarlo y no sentirnos mal por no poder hacer más. Como dicen, uno es su propio enemigo, y si queremos ayudar al planeta y ni nosotros mismos nos podemos ayudar, ¿cómo vamos a hacerlo?
Ya hablamos del consumismo y nuestra salud mental… ahora pasemos a otro aspecto que tiene un impacto en el planeta: nuestra comida. De igual forma, recomiendo empezar con pasos bien pequeños y decidir hasta dónde queremos llegar. Aquí el “zero waste” se manifiesta por medio de no desperdiciar comida, el tener y consumir lo necesario y, por supuesto, tener nuestra propia composta en casa. (Esta última todavía está pendiente en mi casa) Los retos aquí están en observar bien lo que comemos y la planeación. De esta forma podemos saber las cantidades adecuadas a nuestra casa y tratar de evitar en la medida de lo posible desechar comida… porque de que vamos a desechar basura, vamos a hacerlo. Otra vez, esta es otra área donde vamos a practicar la aceptación.
Si me preguntan cómo resumo todo este debate y mi punto de vista en cómo vivo de forma ecológica es en una palabra: tiempo. ¿En qué áreas vamos a hacer nuestro esfuerzo y dedicar tiempo? y ¿Qué hábitos o compras vamos a dejar ir para ahorrar tiempo? En pocas palabras, decidir consciente e intencionalmente a dónde va nuestro tiempo. Por ejemplo, hace poco tomé la decisión de ya no hacer ecoladrillos. Eso significa aceptar que voy a terminar generando basura que no se va a poder reciclar y pensar cómo mejoro mis hábitos de consumo. Porque literal, el solo hecho de tener un momento en el día para poner basura dentro de una botella toma tiempo.
El solo hecho de que varios influencers estén soltando la etiqueta y estén aceptando un estilo de vida imperfecto para mi es un gran avance. Eso significa que el movimiento está creciendo y no terminando. Al menos yo en Guatemala en tan solo un par de años he visto pequeñas señales de que estos cambios de vida se están esparciendo a más personas… y al final, ¿no era eso lo que queríamos desde el principio?